La semana pasada ocurrió algo muy interesante en mi trabajo, me mandaron un mensaje diciendo que había ganado un premio. Yo pensé que era una publicidad o una broma tonta pero al leer el mensaje por segunda vez, me di cuenta que no, que iba en serio y que el premio era nada más y nada menos que alcohol.
La verdad es que no me lo esperaba y me pareció una manera curiosa de incentivar a los trabajadores, especialmente en un día tan esperado como el viernes. Al llegar a la oficina, la secretaria tenía unas cuantas botellas sobre el escritorio y me dijo: “escoge la que quieras”. Aunque la variedad no era tan grande ni tan refinada, había algunas buenas opciones que le alegrarían el fin de semana a cualquiera. Yo fui por lo más seguro y algo no tan fuerte, escogí un vino tinto.
Bueno, ha transcurrido una semana y aquel vino ya es historia (me lo trinqué durante la semana), y me siento mucho más relajado esta semana. ¿Será que “la botella del viernes” me ha dado ese relajo que tanto necesitaba? Lo único que sé es que estaré más atento a este tipo de sorteos en mi centro de labores.
Con este buen trato al trabajador, sí que se trabaja mejor.